Imagina que un día abres el armario, ves esa camisa de cuadros que llevas desde 2012 y piensas: “ya no soy esa persona”. Pues con las marcas pasa lo mismo. Llega un momento en el que su imagen ya no encaja con lo que son, con lo que hacen, ni con lo que quieren transmitir. Ahí es donde deberían tener en cuenta qué es el rebranding.
Pero, ¿qué supone este proceso? Pues en resumen, rediseñar la identidad de una empresa: desde el logo y los colores hasta el tono con el que hablas con tus clientes. Es como darle a tu marca un nuevo look, pero con estrategia, no solo por capricho. Y ya que estamos hablando claro: no es simplemente cambiar el logotipo, es rehacer cómo el mundo ve, percibe y se relaciona contigo.
¿Qué significa rebranding?
En español, rebranding se traduce como “cambio de marca”, así, sin rodeos. Pero como todo en marketing, la cosa tiene más miga. No es solo rediseñar el logotipo porque ya no te gusta o te aburriste de él. Es un proceso estratégico que busca renovar la imagen, el mensaje y la actitud de una marca para adaptarse a su momento actual.
El objetivo es claro: comunicar mejor quién eres ahora y conectar más fuerte con tu público ideal. Porque en un mundo donde todo cambia a la velocidad del scroll, quedarse igual, puede ser un riesgo mayor que renovarse.
¿Qué incluye un rebranding?
Un rebranding bien planteado suele incluir:
- Un análisis profundo del mercado actual: ¿dónde estás?, ¿con quién compites?, ¿qué está funcionando?, ¿qué tendencias marcan tu sector?
- Revisión del posicionamiento de marca: ¿la gente sabe quién eres y qué haces?, ¿qué perciben los clientes de ti?, ¿lo que crees que transmites es lo que llega?.
- Ajuste (o rediseño total) de la identidad visual: colores, tipografía, logotipo… Todo debe hablar tu nuevo idioma.
- Cambio del nombre, si es necesario: en algunos casos, el nombre de una marca puede quedarse obsoleto, generar confusión o no reflejar correctamente la esencia del negocio. En esos casos, conviene replantearlo como parte del proceso de rebranding.
- Redefinición del mensaje que quieres transmitir: lo que dices (y cómo lo dices) debe estar alineado con tu esencia actual.
- Aplicación coherente en todos los canales: web, redes sociales, packaging, emails, presentaciones… todo suma.
Vamos, que no es solo cambiar el cartel de la tienda: es repensar todo el concepto. Pero merece la pena.
¿Cuándo hace falta hacer un rebranding?
Ahora que ya sabes qué es rebranding, llega la gran pregunta: ¿cómo sé si mi empresa lo necesita? Fácil. Si te identificas con algunas de estas situaciones, puede que estés a un paso de cambiarlo todo (para bien claro):
Tu imagen ya no representa tu negocio
Tu empresa ha evolucionado: has ampliado tus servicios, llegas a nuevos públicos o tu propuesta de valor ha cambiado. Sin embargo, tu identidad visual sigue siendo la misma que hace diez años. Esa desconexión entre lo que eres y lo que proyectas puede hacer que pierdas relevancia o credibilidad ante tu público.
El mercado ha cambiado y tu no
Las tendencias, los hábitos de consumo y el comportamiento del cliente cambian constantemente. Si tu marca se ha quedado estancada mientras tu sector avanza, es probable que estés perdiendo oportunidades y visibilidad. Así que ya sabes, renovarse o morir.
Hay mala reputación o crisis de marca
A veces, las cosas no salen bien: una gestión de marca inadecuada, una polémica o simplemente una etapa difícil puede dejar huella en tu reputación. Un rebranding te ayuda a dejar todo atrás y comenzar de cero. Como cuando borras todas las fotos de tu ex en Instagram. Terapéutico.
Tu competencia te ha adelantado por la derecha
Si tus competidores han dado un salto de calidad en su comunicación o diseño y tú pareces “de la vieja escuela”, el problema puede no ser tu producto, sino cómo lo comunicas. El rebranding te servirá para reposicionarte y recuperar atractivo frente a tus competidores.
Has cambiado de público objetivo
¿Empezaste vendiendo a empresas y ahora vendes a jóvenes en TikTok? Pues toca hacer un rebranding sí o sí.
¿Y qué beneficios tiene un rebranding?
Vale, eso de cambiar por completo toda la identidad de una marca suena a curro. Y no te vamos a engañar, lo es. Pero también tiene muchas ventajas si se hace bien:
- Conecta mejor con tu audiencia actual: una imagen renovada puede hacer que más gente te escuche y se identifique contigo.
- Te diferencias de la competencia: en un mar de marcas parecidas, una identidad fuerte es tu bote salvavidas.
- Reflejas mejor tus valores y visión: si has cambiado por dentro, se tiene que notar por fuera.
- Reavivas la motivación del equipo: porque a veces un cambio de imagen también renueva la energía de quienes trabajan contigo.
- Mejoras tu percepción de marca: profesional, actual, moderna y coherente, todo suma.
¿Y los riesgos?
Ojito, que también hay que tener cuidado:
- Perder reconocimiento: si cambias demasiado y no comunicas bien, puedes confundir a tus clientes.
- Costes más altos de lo esperado: si lo haces a medias, puedes acabar gastando el doble en corregirlo.
- Fracasar en el intento: si no hay una transición clara, si no comunicas el cambio o te alejas demasiado de lo que te hace reconocible, el resultado puede ser el contrario al que buscabas.
Moraleja: no improvises. Piensa y planifica.
¿Cómo saber si estás preparado para un rebranding?
No se trata de subirte a una tendencia. Se trata de alinear lo que eres con lo que proyectas. Una buena marca no es sólo bonita: es clara, coherente, memorable y honesta. Así que hazte estas preguntas:
- ¿Estoy atrayendo al tipo de cliente que quiero?
- ¿Siento que mi imagen ya no encaja con lo que soy?
- ¿Me da vergüenza enviar mi web a un cliente nuevo?
Si has respondido que sí a alguna…igual ha llegado el momento de ir planificando un rebranding.
Aquí en Visual Publinet no solo entendemos de diseño: entendemos de marcas. De las que tienen historia, futuro y muchas ganas de molar otra vez. ¿Te ayudamos?